Los matahambres, los choripanes y su oportunidad

Comer es un continuum de oportunidades.

Se puede comer caro, barato, en bocadillo, en plato, con arte, con muy poco estilo, a lo bruto, demasiado o poco.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención desde que estoy en São Paulo es la capacidad de la ciudad por incorporar platos internacionales a gran velocidad.

Y de todos ellos, los bocaditos o los matahambres, más si cabe.  Ya fue el tiempo de los kebab, una importación alemana pasando por Turquía.

Año 2019, es el tiempo de los choripanes, una construcción más próxima que gravita entre Argentina y Uruguay basados en las longanizas de cordero, pollo o vacuno y envuelto en variadas salsas que normalmente acompañan una cerveza.

¿Se puede comer más barato y mejor?  Si entendemos que la gastronomía es una estrategia social, tanto para el que cocina en casa como para las reuniones exteriores, qué más se necesita si al hacerlo lo hacemos barato y sabe rico, rico…

Los matahambres o las comidas de los antiguos butecos, hoy transformados en estilosos rincones de autor, son una de las mejores soluciones ya vistas en la ciudad, contrastando con otros restaurantes, en el polo opuesto, reyes de lo estrafalario, exagerado o la etiqueta surgida a veces, o parece parecerlo, de lugares que no se corresponden al que hablamos.

 

Las motos, las bicicletas, los patinetes, derechos y deberes

Hace unos años era impensable convivir en igualdad de condiciones con las bicicletas.

Hoy es impensable no hacerlo.

Los Uber y otro tipo de soluciones de locomoción forman parte del paisaje y el coche cada vez más se restringe a lo privado y al lujo, no es más una necesidad inmediata.

Esto demuestra también un cierto fracaso de los transportes públicos, solo el tiempo nos dirá si van a entrar también en decadencia.

Al mismo tiempo que surgen las bicicletas surgen los derechos, y con los derechos, las fricciones, a veces la falta de entendimiento también.  Primero con aquellos que ven una invasión a un status quo que prevaleció y ya no, y en segundo lugar con los que asumen la tendencia, incorporan el derecho y a veces lo extrapolan.

Diógenes jamás se quejó porque cuando miraba para atrás siempre había alguien recogiendo los huesos de la aceituna que tiraba al comérsela.

Después de las bicicletas están llegando los patinetes.  Y seguro que es el momento de revitalizar al más débil, al pedestre, reconducir la escala de derechos y deberes de una sociedad móvil es mucho más complejo que establecer unas reglas basadas en pistas por dónde transitar.

El café, los momentos, la manera de trabajar y su productividad

En la gran ciudad parar para tomar un café en el trabajo es normal, separar lo profesional de lo personal a veces es difícil y las cosas pueden fluir mejor cuando hay una cierta intimidad.

Muchas personas no lo entienden, pero a efectos prácticos parece ser más conveniente que no hacerlo, cada país es diferente, Brasil mezcla, sin duda.

Los lugares de reunión en las empresas con ciertas bebidas son normales, cuando no lo es tanto en otros lugares del mundo, como en España, de donde vengo.  Resulta diferente medir la eficacia en este sentido lo cual hace pensar que  se realiza de manera diferente.

El café es un símbolo de naturalización de las relaciones profesionales para quitarles la gravedad.

La relación entre los momentos de relax o descompresión y la efectividad de los equipos de trabajo se miden de otra manera, la sensación es que Brasil produce diferente, hay momentos de mucho acopio de trabajo y otros que no, cómo son populares las frases “ser una locura” o por el contrario “estar todo parado”.

A veces resulta difícil para los que venimos de fuera, pero como siempre se concluye, es así y cabe la duda de si esto está cambiando, va a cambiar o tiene por qué cambiar.

En otro orden de cosas, en la calle, siempre existió el cafezinho, de nuevo con un afán socializador más que comercial, hay datos culturales en Brasil muy impregnados, lo que supone un motivo extra, fuera, en este país es simplemente un evento natural.

En los centros comerciales prodigan y son bien acudidos, el café une como lo hace mundialmente, hoy con mejores lugares para sentar, llama la atención que en algunas cafeterías no haya mesas o sillas para sentar, que sea un trámite, aunque cada vez menos.

Sin embargo, los expresos recuerdan todavía, y mucho, al café antiguo, al cual hay que beberlo leve y en cantidad, el expreso brasileño, como la manera de trabajar, es diferente de los otros.

O viceversa.

 

 

Los grandes centros comerciales, el consumo y la necesidad de ver y ser vistos

Ir a un centro comercial supone ir a comprar a ver y a ser visto.

La sociabilidad en las grandes ciudades consiste muchas veces en ver personas, el estrés al que es sometido su habitante hace que necesariamente tenga que consumir, los centros comerciales ofrecen conforto, servicio y son un buen escaparate para satisfacer las necesidades públicas que los ciudadanos necesitan, que no van mucho más allá de lo meramente visual.

La oferta culinaria en São Paulo es vasta, tanto que uno de los reclamos más importantes de estos grandes conglomerados de tiendas es su plaza de alimentación, que mezcla el exotismo propio de las grandes franquicias con restaurantes más exclusivos a menudo replicando modelos de calle.

Un centro comercial supone, curiosamente, relajación, uno recibe servicios, los tiene que pagar, pero en principio con dinero es el dueño de la situación, esto, también produce placer, la semana invertida.

Volver a casa después de haber comprado algo, comido en un restaurante con el apelo buscado y paseado por sus corredores a modo de calle, de manera segura, exentos de ruido y limpios son un escenario típico para cualquier ciudadano de São Paulo, puede ofrecer un modelo criticable, en muchos sentidos, pero existen momentos en la vida de las personas que no da para profundizar demasiado por una cuestión de equilibrio mental.

Brasil en 2019 y su momento

Acabo de eliminar lo que escribí en 2013, cuando se creó este manual de español para brasileños (este pequeño artículo corresponde a la actividad de expresión escrita de la unidad 4 del Vamos Inicial A1 de nuestro curso de español para brasileños), una recopilación de experiencias de un atónito extranjero llegando a la ciudad de São Paulo, había cosas que hoy ya no son, cómo cambia Brasil en tan poco tiempo.

Un ex presidente en la cárcel, la mitad de la población, más o menos, piensa que injustamente.   La mitad de la población, más o menos, justamente.  Y esta apreciación binaria es muy difícil de cambiar.   Lo más importante, saber lo bueno de su gestión si lo hay y lo malo si lo hay también, en el momento que uno tiene la rara capacidad de apreciar lo uno y lo otro se supone que ya dispone de la templanza para echarse un trago conversando.

En las redes sociales, el diálogo moderno, existe bastante falta de respeto.

Hay un presidente que las usa, pero es menos afín al discurso típico típico del XX, la mitad de la población piensa que no le gusta la política, la mitad de la población que la política hoy es diferente a como era antes, que de aquí en adelante serán los técnicos y no los políticos los que van a tener que rendir cuentas, quizá estamos ante el fin de una era, la del pactismo y comenzando una nueva consistente en políticas pragmáticas negociadas.

Esto está pasando ya en la gestión de las ciudades…

La población no ve televisión, principalmente los más jóvenes, los youtubers son los grandes apoyadores políticos, pero el insulto o la falta de respeto por parte de algunos es algo que lleva a comenzar a pensar en un código de conducta, el respeto online que ya empieza a aparecer por ahí.

Los extremismos tienen muchas caras, parece que opinar hoy no es un derecho y hay que pensar lo que los lobbys dicen que hay que pensar, se pone en duda de si es la mayoría el que piensa así, si uno se sale de la regla, moderada y pacíficamente… Son los -ismos del momento, aunque empiezan a ser contestados, de manera tímida todavía (estamos en 2019).

Brasil continúa rico, es lo que uno percibe, quitando algunas regiones desfavorecidas del nordeste, cultiva muy fácil, su climatología le proporciona la agricultura más expansiva y variada del mundo, que con tecnología puede convertirlo en el granero el mundo.

Hablaremos en otro momento sin embargo del gran problema estructural del país, que es la violencia, los medios de comunicación brasileños cada día con menos prestigio, probablemente los grandes periódicos y las televisiones durante muchos años han sido conniventes con los políticos del país y consecuentemente se les acusa de no haber conseguido ser más responsables, tampoco de atajar los escándalos.

También de la movilidad y su problemática…

Instagram, su sentimiento y la mentira

Mi hijo me dijo el otro día que no hay sentimiento sin Instagram, y que Instagram hace tiempo que nos quitó el sentimiento.

– Algo difícil de entender, no sé a qué te refieres.

Le pregunté qué quería decir y con toda su mordacidad, una vez confesó que para sufrir menos era necesario tratar a las personas como números, me puso algunos ejemplos.

Cito el más próximo, el de Notre Dame y los mensajes apenados de algunos compañeros suyos que se estaban riendo al tiempo que los enviaban.

– La pena no existe, existe su publicación…

– Nosotros somos fakes para el mundo.  – le inquirí

– Sí, somos mentira pura (le gusta imitar al presidente de Costa Rica cuando al tragarse una avispa entera mientras discursaba y viendo la cara de estupor, o de no poder aguantarse la risa de los periodistas, reconoció el bocado afirmando que era proteína pura).

– Haciendo una analogía con el poeta cuando le respondió a la amada al preguntarle qué era poesía, poesía eres tú, podríamos afirmar entonces que en relación a la mentira, mentira somos todos…

– Exacto…

 

Semana Santa, resurrección

Cuesta darle la vuelta a la Semana Santa y ponerle un lugar en el mundo, algo falla cuando las sombras de la caverna perdieron ya su eco y el protocolo festivo nivela todas las datas además de su cariz, lo mismo da arre que so.

La conmemoración paulistana de la Semana Santa es ingrata, incapaz de retribuir la historia, el hombre postorgánico revitalizado por  el ocio periódico con la complicidad de los medios de comunicación busca inexorablemente el restaurante y su playa, que son los que pagan para que salgan las cosas.

Pero hoy la procesión no discurrirá por delante de casa, quizá la mitad de los del año pasado no estén ya (en cuanto escribo esto, una música de lánguida luz amarilla resurge en la Francisco Leitão, es la procesión que se resiste a no pasar, parece que hasta un poquito mayor que el anterior).

Pregunté a seres queridos qué puede aportarnos la iglesia pasionista de Pinheiros mayoritariamente de ancianos cantando vagarosamente las mismas canciones de cuando éramos pequeños, un lugar de paz respondieron, donde no es necesario presentar ninguna credencial de identificación, no te catalogan por gay, negro, hetero, extranjero, rico, blanco, pobre, mujer, adolescente, drogadicto, hombre, empresario, deprimido, alcohólico, profesor, anciano, futbolista, librero, prostituta y así tantas definiciones derivadas en performances y que al final no hacen sino rehuir la asociación del hombre como ser.

Quién iba a decir que en la iglesia hoy iban a caber tantos tan diferentes, imposible en ningún otro.

Este es el tiempo para desaparecer, entrar en letargo, precintar el espacio sensorial para reactivarlo al tercer día, morir para reaccionar, aplastar las trabas para sembrar delicadas plantas con vistas en agosto, mirar para atrás y evaporarse para incendiarse nuevamente, de otra manera…

La zafiedad del carnaval y su gracia

Los desparramados blocos de carnaval nada tienen que ver con los intempestivos de antes que se generaban de la nada y recuperaban a los habitantes de los barrios ofreciendo espectáculo y hasta un cierto buen gusto en su pura zafiedad, recuerdo la parejita de viejitos que debían besarse en público a modo de peaje y la calle coreaba el famoso que se besen, que se besen, año tras año, hasta que un día el viejito se murió y eso se acabó, como se acabó la inclusión y llegaron los patrocinios y el negocio expulsó a la espontaneidad y la zafiedad perdió su gracia en forma de basura y pis, y los comercios tuvieron que sellar sus ventanas y puertas, levantar muros de madera en los angostos corredores de acceso para evitar riesgos y los habitantes de los barrios ya no se besaron más, sino que empezaron a desear que la lluvia se los llevara a todos y so se acabara cuanto antes mejor.

 

Las sucurís, los patos, los peces, Kalheb, su hermano y el hombre de barba blanca…

El hombre de barba blanca cuyo nombre desconozco afirmó que la alcaldía de Barra Bonita había arrojado al río Tietê 200 sucurís para comerse los patos que a su vez se comían los peces.

La niña que jugaba a la orilla del río se quedó algo asustada y le preguntó al hombre de barba blanca dónde estaban las sucurís.  El hombre de barba blanca le respondió que no se podían ver, que permanecen todo el rato con la boca abierta y para cuando uno se quiere dar cuenta, ya tiene el pie dentro.

Kalheb me dijo que era de Santa Catarina pero que iba a cualquier sitio y ahora estaba en Barra Bonita viviendo en un malecón hasta que la alcaldía vino y le tiró todo a tomar por el saco.

Sostiene una petaca de pinga y chapurrea un poco de español, me pregunta si soy fotógrafo y me pide que le saque una con su hermano y el hombre de barba blanca que al principio afirmó que era su padre, pero luego supe que toda su familia era de Campinas, esto me dejó un poco escéptico en relación a las sucurís porque no encajaba que se comieran todos los patos si por lógica en el río tiene que haber más peces que patos, pero así lo afirmó mientras todos le miraban, a lo mejor quería llamar la atención de la niña que se quedaba todo el rato mirando la superficie del agua en busca de una boca dispuesta a tragarse hasta un perro entero según el hombre de barba blanca.

Kalheb, el hombre de barba blanca y su hermano que no hablaba ni media palabra no irán a la toma de posesión del Presidente de Brasil, pero en el Rio Tietê fabricaron una mentira llena de monstruos que desalojaban a otros monstruos porque estaban acabando con los peces y el pobre río se estaba quedando sin comida.

 

 

Las Muertes de Género y su encuadre

Solo expongo los crudos datos ofrecidos por el Anuário Brasileiro de Segurança Pública – 2017.

En 2016 murieron asesinadas 61.619 personas.

56429 hombres

4657 mujeres

533 feminicidios (permítanme cualificar este dato, por el estado actual de las cosas)

Reducir o acaparar la agenda sociológica de la violencia a un fenómeno de género es un acto irrespetuoso por desatento o quizá, desgraciadamente, interesado, por lo discrepante.

Brasil continuará extirpándose ante cualquier situación de estrés.