No soy de Madrid, ni de Barcelona, a pesar de todo, Pamplona, Palencia, Teruel, Zaragoza y otras, existen.

Venir a Brasil y presumirte de las dos grandes capitales forma parte de la normalidad y de nuestra mente prejuiciosa, vista desde el punto de vista de la idea concebida previamente.

No, de Pamplona, una ciudad que pocos conocen, al Norte, cerquita de la frontera, tocando los Pirineos…

No es culpa de Brasil, ni de nadie, quizá de todos, por no saber cuidar la imagen además de los centros de poder, que se encuentran en estas dos capitales, sin embargo España pierde, y mucho, en gastronomía, historia, arte, paisaje, dialectos, orografía, convivencia, trascendencia, profundidad.

Existe un prejuicio hacia la provincia y ahora hacia las capitales, es la España interior levantándose.

Sin embargo, el prejuicio que nadie reconoce que tiene, pero lo tiene, sobre todos y todo, es la sal del debate, aquello que estimula la razón y recupera los buenos hábitos, como el diálogo, el respeto, la tolerancia.

Madrid y Barcelona tienen un problema, pero ahora no son solo las dos, España también existe.

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