Que es el de Pinheiros, donde vivo, se ha convertido en una cloaca a cielo abierto, como en cualquier urbe del siglo XIX donde las urgencias se vertían a la calle con naturalidad porque era lo que había y como no había otra era así que había que hacer.   En ese momento el pudor se anula, me atrevo a asegurar sin ningún fundamento sociológico que mear en público (y cagar también) en sus diversas variantes (abiertamente, detrás de un muro humano para evitar miradas indiscretas imposibles, en el recodo de cualquier establecimiento) forma parte de la propuesta.  Si São Paulo quiere vender esto para el mundo, lo está consiguiendo, porque ayer cuando uno pensaba que la marea humana ya tocaba a su fin, va y viene otra y aparece otra más allá, nunca vi tanta gente ridícula brotando de la nada, y por ende, nunca tanta exonerándose en mitad de la calle, concluyo que esto, de alguna manera, también forme parte de la graciosa propuesta.

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