Los resultados de la educación brasileña en las evaluaciones internacionales son preocupantes. En Brasil, dos a de cada tres jóvenes con menos de 15 años no comprenden ni siquiera los conceptos básicos de matemáticas, en lectura, el país no ha presentado en los últimos 10 años y en ciencias ha empeorado. Esto es lo que indica el Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que aplica pruebas de lectura, matemática y ciencias con estudiantes de decenas de países a cada tres años.

Pero lo que pasa es algo mucho más serio de lo que parece: la referida evaluación ocurrió en 2018, antes de la pandemia. E, infelizmente, la respuesta de los gobiernos federal, estaduales y municipales para la educación durante la pandemia fue, con pocas excepciones, una vergüenza. Un dato que confirma esta afirmación fue lanzado en 2021 por IBGE, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística: más de la mitad de los estudiantes del sistema de escuelas públicas entre 15 y 17 años no tenían acceso a la internet ni computadora durante la pandemia y, por eso, no pudieron hacer las clases a distancia.

Ahora, incluso con la vuelta de A las clases presenciales, no tenemos noticias alentadoras. Primeramente, porque, con cinco cambios de liderazgo en el Ministerio de la Educación durante el actual gobierno, no fue hecho ningún plan nacional de recuperación de la educación. En segundo lugar, porque de acuerdo con el censo escolar de 2020, ha empeorado la estructura de las escuelas, incluso ha aumentado la cantidad de escuelas sin internet y sin baños.

SÍ, la situación es dramática. Sin embargo, solo quejarse no soluciona el problema. Es necesario exigir cambios reales y este año el pueblo brasileño tiene una gran oportunidad de para hacerlo: por medio de las elecciones.

Es fundamental elegir representantes que valoren la educación, pero no solamente en el discurso. Necesitamos de personas públicas que sepan los problemas de esta área, conozcan cómo ayudar a solucionarlos y, claro, que estén realmente comprometidas con las generaciones futuras. Al final, más que palabras bonitas, su destino necesita de buenas actitudes.

Karla Falcão, Avanzado B2, alumna de Adriana Molina

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2 comentários

  1. Leer rápido, privilegiar las redes sociales y más el medio (por ejemplo, tener un ordenador, y desconocer qué decía Sócrates en relación a la libertad de expresión), y principalmente el refuerzo positivo de la nada (mostrar un mundo fácil y aparentemente feliz, cuando en la mayoría de las veces no lo es), decirle al alumno que lo hace todo bien, lo cual por repetitivo resulta vacío, es otro de los grandes problemas, mundiales de la educación, no solo de Brasil. Te recomiendo un libro de un pedagogo español llamado Gregorio Luri y titulado La escuela no es un parque de atracciones. Muchas gracias

  2. No soy nada catastrofista, al contrario, conforme gano años soy más positivista, pero coincidiendo con la respuesta anterior, es un problema mundial y muy preocupante.
    Se ha ninguneado la transmisión del conocimiento y sabiduría en aras de adoctrinamientos.
    Si además a esta situación le añadimos que la última generación ha sido educada en la idea del mundo feliz, sin obligaciones ni principios del deber y creo que sobreprotegida, la realidad del futuro es muy desangelada y cuanto menos triste.

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