Yo no quiero un Mundial en Brasil

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Ocho razones para que no tengamos un Mundial en Brasil:

1)   No tenemos una cantidad de gerentes de proyectos suficientes en el Gobierno, la mayoría de los puestos están concentrados en manos de personas políticamente elegidas. En los últimos 8 años, ha quedado claro esta incompetencia, visto que programas del PAC I y II no lograron ni el 10% de éxito.

2)    La mayoría, o casi todas, las obras serán hechas sin licitación siguiendo un proceso emergencial de construcción dónde tendremos una sobrefacturación que podrá llegar al 400% del plan original de la obra;

3)    La mayoría del dinero será público y no privado como fue prometido originalmente. Esto se debe o por razones de total incompetencia para promoverlas al sector privado o por intereses oscuros.

4)    No tenemos aeropuertos suficientes ni una agencia independiente capaz que haga el control de estas estructuras para que sean desarrolladas y se adecuen a los estándares internacionales de calidad y respeto a los viajantes. Además, los aeropuertos brasileños cobran una de las tasas más caras del mundo, pero casi nada es invertido en la mejora de su estructura.

5)    No tenemos ferrocarril. La red de ferrocarril que tenemos es demasiado pequeña y sólo sirve para cargas. Este problema surgió en la década de 1950 y aunque hubo privatizaciones en la década de 1990, este sector no obtuvo éxito en expandirse como debería. Así, nos quedamos con menos opciones de transporte. Incluso, el proyecto del tren de alta velocidad brasileño es demasiado caro y sólo estará listo en 2017, de acuerdo con los últimos datos. Así, no se puede aceptar más la excusa del Mundial y Juegos Olímpicos de verano para realizar este proyecto.

6)    Las carreteras brasileñas, con excepción de las paulistas, están hechas una ruina. Uno no puede trasladarse desde Sao Paulo hasta Vitoria sin pasar por trechos de carretera completamente destrozados, como si hubiera una guerra como la de Irak. El Gobierno no tiene la capacidad administrativa, ni los recursos necesarios para la construcción de carreteras. La moderna administración pública demanda que los gerentes de recursos públicos concentren sus esfuerzos en arreglar y controlar técnicamente, por medio de agencias controladoras, las empresas privadas prestadoras del servicio público. El sector público tiene que mantener las estructura del “farewell state”, centrándose en la educación, seguridad, salud y seguridad social.

7)   No tenemos jueces, leyes, cárceles ni policía suficiente. El Gobierno tendrá que hacer acuerdos con el crimen organizado para que “desaparezcan” durante un mes y así tendremos que aceptar demandas absurdas para que haya paz por este período en nuestro país. Las leyes penales brasileñas fueron hechas en la década de 1940 y hace mucho tiempo que estamos esperando una reforma. Pero, ¿los políticos que interés tendrían en esto? Incluso el Partido de los Trabajadores que siempre dijo que era el gran campeón de la moralidad, se convirtió en un “¿si ellos lo hacen por qué nosotros también no podemos?”. Tampoco tenemos donde meter los delincuentes, pues ninguna ciudad acepta la construcción de una cárcel. Además, la policía no tiene equipos modernos ni tecnología que garantice su efectividad y, encima, tiene una cantidad muy grande de agentes corruptos.

8)    La cultura del pueblo brasileño tendrá que cambiar. Los ultras tienen que ser controlados y los hinchas que en realidad son delincuentes tienen que ser presos. Será necesario un registro hecho con ayuda internacional para prohibir que éstos se acerquen a menos de 5 Km. de algún estadio en día de partido. La numeración de los asientos tendrá que ser respetada. Es necesario calidad y cantidad de escaleras, que haya lavabos suficientes y que se haga un control sobre los precios y la calidad de la comida servida. Incluso, los clubes tienen que acabar con la piratería de sus productos para que las empresas que pagan impuestos puedan obtener un beneficio justo y los clubes también puedan tener otra fuente de ingresos. Además no se puede aceptar más revendedores. Incluso con la publicación y vigencia de la nueva ley para proteger al aficionado, estos tipos siguen haciendo lo que quieren muchas veces con la complicidad de la policía.

Raphael Samia es alumno de España aquí. Trabaja como Business Analyst en EMC² – LA Business Operations

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