El otro día hablábamos de los garbanzos de toda la vida y me quedé pensando…

¿Cuáles son para mí los de toda la vida? Y la respuesta es que son varios.

Como dice un amigo mío “Todo en la vida es momento, situación y lugar”.

Compartiré con vosotros varios tipos de guisos con garbanzos que han sido importantes en mi vida por algún u otro motivo.

Ahora que estamos a las puertas de la Semana Santa, no podría olvidarme de los garbanzos de Cuaresma.

Hace años en España era de uso obligatorio cumplir las normas de la Iglesia y eso lógicamente se fue reflejando en las costumbres y cómo no en la cocina.

En Cuaresma no se podía comer carne, pero teníamos que seguir comiendo, y supongo que de ahí este tradicional plato que se tornó imprescindible. A mí me parece exquisito.

Son garbanzos guisados con bacalao y alcachofas.

Se preparan en cazuela de barro.

Recuerdo que mi tía cocía previamente los garbanzos en un caldo hecho con las espinas del bacalao y los trocitos desechados al cortar los trozos bonitos e iguales que luego usaría para añadir a la cazuela.

En cazuela de barro y con aceite de oliva doraba el bacalao previamente harinado y lo reservaba. Luego, cómo no, hacía un sofrito con ajos, cebolla y pimiento verde al que añadía las alcachofas troceadas. Sin tardar mucho incorporaba los garbanzos ya cocidos y un poco de su caldo. Ahí entra el “fuego lento” el “chup, chup”. Finalmente, cinco minutos antes de retirarlos del fuego, incorporaba los pedazos de bacalao…y a comer que estamos en Cuaresma.

Debería aclarar que mi tía, a la que aludo, era de la Ribera Navarra. De allí son las mejores alcachofas del mundo. La aclaración viene a cuento porque mi abuelo que era catalán, hacía los garbanzos de cuaresma con espinacas y bacalao.

La cocina tradicional, siempre con productos de la tierra.

Sigo recordando momentos y lugares y os iré contando.

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