O rum cubano, sempre claro, é uma bebida social que inspira conversas profundas e conexões entre amigos, sem acompanhar comida. Na Espanha, o vinho é inseparável da refeição, ligado a pratos calóricos e momentos de intimidade. A cerveja em Cuba tem um papel semelhante ao do rum: leve e sociável. Na Espanha, a cerveja ocupa um espaço entre o refrigerante e a bebida alcoólica. Já no Brasil, ela é símbolo de festa passageira e alegria descontrolada.
Probablemente sean las bebidas más populares en España y Cuba, y aunque todas propicien escenarios colectivos, cada una sugiere contextos muy distintos. El ron cubano, por ejemplo —siempre claro, nunca oscuro— exige un grupo de personas afables, con ganas de conectar. Puede incluso alimentar debates académicos o conversaciones elevadas: es combustible habitual para profesores universitarios, periodistas o escritores. No se acompaña con comida; en cambio, forja amistades con facilidad.
El vino en España, en cambio, es inseparable de la comida. Se lleva bien con chorizo, pan o queso, pero rara vez aparece en solitario. Es considerado alimento, parte integral del plato: ya sea carne o legumbres —garbanzos, lentejas, alubias—, siempre llama a lo calórico y tiende puentes hacia la intimidad. Los mejores lazos nacen, sin duda, después de una botella… o quizá menos, según la tolerancia de cada quien.
La cerveza en Cuba despierta sensaciones similares al ron: frescura, ligereza, sociabilidad. En España, sin embargo, transita un terreno ambiguo, entre el refresco sofisticado y lo espirituoso. Nada que ver con Brasil, donde el líquido dorado fluye sin control para entroncar con una fiesta efímera, intensamente vivida.