Marcelo, ya no tienes pilas, ni piernas, ni cabeza, sino mucha ansiedad, desesperación, dolor por los éxitos pasados, imposibilidad de enmienda, años macizos, alguna que otra cloaca informativa, galones ya inservibles, futuro imperfecto.

Música repetida, o peor, disco ya rallado.

Por aquí, qué bueno eras, de los que más, vete alto, disminúyete creciendo enseñando, lo que sabes es lo mejor, tanto nos diste.

El olvido es un lujo.

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