Gauchos

La tierra argentina, fértil y llena de fuerza no era roja, sino negra, un color vinculado con la copiosidad y la riqueza.

Habían salido de Rusia financiados por banqueros filántropos, un adjetivo amenizador del sustantivo, y algo más frecuente de lo que podamos pensar, huyendo de la persecución, el Progrom.

La planificación requería incipientes conexiones ferroviarias, para alcanzar los límites adyacentes de la Mesopotamia argentina, es donde echa raíces el gaúcho argentino, una especie de desmadrado con poca ley y mucha naturaleza procaz.

Allí donde de las vacas solo se comían lo bueno, donde el horizonte se perdía en su bostezo aburrido, allí surgieron las primeras colonias agrícolas en forma de cooperativas, los primeros hálitos capitalitas y ensoñaciones de comercialización inimaginables.

El éxodo se cobijó en grupos de compañeros, aquellos que comparten el pan.

Las instituciones

Las instituciones se convirtieron en una estrategia fabulosa de contención social, la religión, la educación y principalmente la salud.

Cuando alguien recaba en otro lugar lejos de su paraíso imaginario, es necesario acorralar los riesgos y fomentar la identidad.

La idea de liderazgo, la formación de los líderes recabados ya en las tempraneras colonias donde además de lo lúdico se pretendían empresas de futuro insuflaron siempre una llama de pertenencia necesaria y fotalecedora.

Las mutuas recababan cursos de capacitación pero también se ocupaban de los entierros, nada quedaba al albur del cielo raso.

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