Tiro al larguero
Vinicius Jr. corre y corre,
regatea y trastabilla;
insiste siempre, aun en el error,
y persiste porque no ve el final, acaso ni en el acierto.
Tanto y tanto corre y corre que a veces marca y otras veces, las más, se adelanta a su tiempo y al propio balón.
Pero la línea de banda, de tanto ir y venir, definitivamente se le quedó corta y será de esa estirpe que agiganta el campo y su figura.
Los grandes del fútbol son así, exagerados en todo, como Vini, y tienen la virtud de generar debates y nuevas, complejas y contradictorias perspectivas, incluso del fracaso.
A mí la penúltima historia de las suyas me alivió de lo insulso -por la derrota – del amistoso ante el Barcelona.
Vini tira desde los once metros, pega al larguero, pero insiste; y tira desde el ángulo y pega al larguero; pero persiste, y tira desde donde sea y el balón, caprichoso, pega de nuevo al larguero. Tanto afán pone que hasta sus propios compañeros se suman por puro apego a la suerte…
Derrota sin paliativos, diría yo. Fracaso ante un marcador de tres por cero. Pero Vini, por pura grandeza, lo convierte en debate y los demás, sus fieles, lo convertimos casi en acierto.
Pierdes, sí, pero ganas por lo nunca visto, que dijo Carleto: tres por cuatro tiros a gol que dan al larguero. Un marcador que tiene otra dimensión.
Alabado sea el genio…
El tiro al larguero jamás fue para los futboleros pequeños otra cosa que un uy de profundo dolor y tristeza. Pero hoy, mientras me relamo las heridas blaugranas, he recordado la vez que fui yo quien tiró el penalti al larguero y me he consolado pensando que aquel fracaso que me martirizaba, del que mis colegas todavía chancean, es lo más cerca que he estado del éxito.
Lo mío fue, sin duda, un buen tiro al larguero, como los de Vini.
Un tiro de genio. Uy…