A Espanha possui a maior rede ferroviária por habitante do mundo, fruto de décadas de prioridade e excelência. No entanto, a recente comunicação institucional da Renfe levanta dúvidas: pedidos de paciência podem ocultar má gestão mais do que melhorias reais.
España es el país con mayor número de kilómetros de red ferroviaria por habitante, y viajar en tren siempre fue un ejercicio de normalidad en un territorio cuyas dificultades orográficas exigieron soluciones de ingeniería de primer nivel. Este sistema de transporte ha sido históricamente prioritario por su fiabilidad, visión a largo plazo y coste razonable.
El anuncio
El objetivo de un anuncio inteligentìsimo que a través del recurso de cambiar las palabras tradicionales (el proceso por el resultado) para llamar la atención del lector es legítimo, toda mejora conlleva un precio. Sin embargo, el desgaste y la consiguiente prueba de paciencia o incomprensión de la población crecen exponencialmente si la información no es transparente o carece de credibilidad.
Los mensajes institucionales, especialmente cuando se presentan como campañas publicitarias, pueden esconder dobles intenciones o incluso perseguir fines contrarios a lo que aparentan. Es decir, pueden servir para maquillar deficiencias.
Es comprensible pedir paciencia ante una obra que traerá beneficios futuros, sobre todo cuando implica cambios en el paisaje, reubicación de servicios o incluso su eliminación. Sin embargo, si estos inconvenientes se repiten de forma sistemática, es más probable que se deban a una falta de previsión que a un error puntual.
¿Maquillaje?
Y es aquí donde asoma el más sórdido sofismo retórico: la publicidad intentando maquillar incapacidades. Ni siquiera hace falta una lectura profunda, el marketing institucional puede funcionar como una fake news en su origen, para advertir que, tras la petición de paciencia, se esconde la espada de Damocles de una gestión incapaz de resolver problemas, o incluso proclive a sobredimensionarlos.
Además, cuando al sofista se le suman errores de lógica comunicativa, el mensaje puede volverse hasta más sospechoso. No es lo mismo “Disculpe las mejoras” que “Discúlpenos por las mejoras”. En este contexto, los retrasos de Renfe resultan todavía más difíciles de justificar y menos comprensibles.
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