(11) 3083-3334 / (11) 98541-8425

Acesso para usuários

Rechiflador

Revista Vamos Contigo 224 - Expresión escrita y comprensión lectora - España. Costumbres, Cultura Segundo Villanueva / São Paulo, 28 de Dezembro de 2019

Leer

O narrador descreve uma briga com seu amigo, que era considerado chato e sem interesse em nada. O amigo gostava de encrenca e provocava constantemente, até que o grupo o agrediu, mas ele parecia gostar disso. A situação mudou quando a irmã mais velha do amigo apareceu, e o narrador se sentiu intimidado. Sua mãe, longe de apoiar a briga, ensinou-lhe uma lição importante, deixando-o culpado por suas ações.


Una vez reñí con mi amigo. Tenía cara de fuego y lloraba por nada.
Hablaba como si tuviera una campana pequeña en la boca y masticaba alguna palabra, por lo que escupía mucho. También le faltaba algún diente, y por eso no era de los que más preferíamos. Además no jugaba bien al fútbol y ni leía seguido los libros de Senda, ni hacía bien las cuentas ni nada.
Era un amigo de los que los maestros no tenían gran consideración y nosotros, que éramos sensibles y rotundos con nuestras preferencias nos dábamos cuenta enseguida.

- Ya estás llorando otra vez. No paras de enredar. A ver si te estás quieto...

Los mocos se le deslizaban por la nariz y a veces se olvidaba de ellos y los lucía colgando durante toda la mañana. Su pelo era negro y por ese motivo, a nosotros nos daba la sensación de que iba sucio.
Solíamos reñir a eso de las tres de la tarde.
Por la mañana no encontrábamos razones. Nuestras madres nos ponían pimpantes y acudíamos a la escuela a ver qué nos contaban.

Conforme pasaba el día nos íbamos aburriendo o cada cual empezaba a pujar por sus intereses y ahí es cuando empezaban a salir chispas. Mi amigo nunca quería nada con nadie, y que recuerde, tampoco tenía ningún interés en concreto.

Le gustaba enredar, y se rechiflaba de nosotros porque se aburría. A mí me daba que era medio tonto porque nunca quería nada y no me gustaba que nos rondase después de comer cuando hacíamos nuestras cosas porque sabía que iba a ser un estorbo.

- Tú, cállate

- No me da la gana

- Lo qué...

- Porque lo digas tú, chulo

- ...

- Ayyyyyyyyyyyyyy

Una vez le sacudimos porque no podíamos más.
Se puso tan pelma que parecía que le gustase que le diéramos patadas secas en el culo y que le empujásemos para atrás, como solíamos hacer de niños para comprometer la estabilidad gravitatoria de nuestro adversario.

- Toma, ya me tienes harto

Escuchar
Responder