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Sin exaltación parece aparecer el lelo.
Un lelo es como alguien que en principio no tuviera sexo, como un eunuco.
La crítica con todas sus consecuencias, pone. Y enerva.
El sexo se manifiesta en varias partes del cuerpo además de la consabida. En el pelo, por ejemplo. En los pies, en las uñas y en el andar también.
En la razón y la retórica, por supuesto. Los juicios pueden adoptar modos masculinos, o femeninos. O no. Pero parece imponerse un padrón genérico y que conlleva una actitud ciertamente agresiva de la vida, a diferencia de tiempos no muy lejanos en el pasado, surge un modelo unísono, unisex, el enervado contemporáneo.
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