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Pantalones de domingo (final)

Revista Vamos Contigo 231 - Expresión escrita y comprensión lectora EspañaAquí / São Paulo, 20 de Julho de 2021

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Segundo Villanueva  / São Paulo, 20 de Julho de 2021

 

- No se te ocurra resbalarte
- Que no
- No te manches
- No
- Si te manchas ya vas a ver
- Que no me voy a manchar
- Y no se te ocurra jugar al fútbol
- Que no voy a jugar al fútbol
- Vete a que te vea la abuela antes de ir a misa
- Vale
- Y los tíos, vas a ver a los tíos después, a ver qué te dice la tía Purita
- Sí, a los tíos después de misa
- A que te digan qué resalao


Nos metíamos en la ropa y participábamos sin darnos cuenta en la secuencia programática de la socialización.
 
Y había que responder preguntas. Los tíos también seguían su papel programático de incorporadores sociales recibiendo a los sobrinos y preguntando las cosas propias de los domingos. También nos arrojaban los halagos propios de un día tan significativo.

- Qué guapo
- ………
- Quién te ha regalao esa ropa tan bonita… A ver…


De pequeños no nos dábamos cuenta de que en los domingos, casi siempre en contra de nuestra voluntad, o por lo menos de sopetón, nos llegaba una festividad con el subrepticio objeto de limar las barreras que nos separan de los otros.
 
Los domingos pastábamos al aire libre para insertarnos naturalmente en el rebaño ameno del ámbito familiar primero, y después del más amplio, pero cálido y cercano círculo local.

De pequeños, los domingos obedecíamos las consignas dominicales provenientes de la referencia paterna, la de aquellos que nos daban la comida, la ropa, nos animaban a ser los mejores en la escuela y nos repetían que debíamos siempre aspirar sobre todo a ser formales, educados y también responsables.

Esta era la época de la sin voluntad, en la que nosotros nos vestíamos por nuestros padres, o nuestros padres se vestían en nosotros y los niños nos poníamos al rebufo de las formas para coger carrerilla e ingresar en el nuevo mundo que se nos empezaba a dibujar por delante.

A pesar de todo ello, y contrariamente a lo que uno pudiera pensar, siempre tuve la sensación de que los tíos y sobre todo los abuelos, al margen de las palabras y las cosas que nos preguntaban, nos querían con sinceridad.
 
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