Es un equipo con los mismos mimbres de éxito que le llevaron a la gloria el año pasado pero sin prestaciones.

Ganar tiene sus riesgos, el primero, que uno no puede mirar para atrás porque las delicias de la celebración inhiben la alerta del futuro, que es lo que nos mantiene vivos.

Ganar todo, además, como la Champions, la Supercopa de Europa y la Supercopa de España incorpora el peligro del infinito que surge cuando no hay nada más allá.

La preparación física del Real Madrid en pretemporada fue minuciosa y es difícil pensar que habrá una segunda para el tramo final de todas las competiciones, menos la Copa del Rey, en la que está inmerso.

Existen lunares adicionales, la incógnita de Cristiano Ronaldo, el desvarío de Modric, la involución de Isco, el hipo de Sergio Ramos, la estagnación de Casemiro, el problema de Carvajal, la infructuosidad de Marcelo o Benzemá, el desinfle de Bale el desconcierto de Kroos…

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