São Paulo

Vivo en São Paulo desde que nací. He vivido en otras ciudades de otros países, pero en Brasil, São Paulo siempre ha sido mi hogar.

São Paulo es una megalópolis con toda la energía, dinamismo, diversidad, oportunidades y opresión de una gran ciudad.

Existen muchas alternativas de actividades culturales, la gran mayoría de las cuales son de pago y algunas son gratuitas. Para los amantes de los museos, mi favorito es MASP, que se encuentra en la Av. Paulista y tiene fácil acceso a través del metro. Tiene una buena colección permanente y las exposiciones temporales siempre son interesantes y están bien organizadas.

En el mismo lado de la Av. Paulista está el IMS (Instituto Moreira Salles) de menor tamaño abierto al público, tiene una biblioteca y un espacio de exposición, en el que ya he conocido a increíbles artistas brasileños y visto fotografías impresionantes.

Para los que gustan y pueden invertir en la buena cocina, en la planta baja del IMS está Balaio, del talentoso chef Rodrigo. También chef de Mocotó que está en el norte y se especializa en comida brasileña.

Aunque hace mucho que no lo visito, guardo muy buenos recuerdos del Memorial Da América Latina, tanto por las exposiciones como por la arquitectura del lugar.

También accesible por el metro de Barra Funda.

Lamentablemente, São Paulo no tiene mucho verde. El parque más grande y famoso es Ibirapuera. Los fines de semana suele estar muy concurrido, por lo que recomiendo visitarlo durante la semana en el horario comercial, cuando la mayoría de la gente está en el trabajo.

En el norte se encuentra la Serra da Cantareira, donde se puede dar un breve paseo hasta Pedra Grande y cruzar el horizonte lleno de edificios.

Para los aficionados al deporte, los grandes partidos de fútbol de los campeonatos nacionales suelen tener lugar en São Paulo, sede de Fórmula 1 y de muchos medios maratones.

Como es una ciudad que recibió a muchos inmigrantes, hay algunos barrios más típicos como Liberdade y Bixiga.

Hay muchas opciones gastronómicas de las comunidades japonesa, oriental e italiana, por ejemplo.

En São Paulo se puede comer casi cualquier cosa a cualquier precio. Según su preferencia, puede degustar comida callejera e un buen restaurante.

En épocas fuera de la pandemia, hay muchos conciertos en la ciudad, tanto pequeños como grandes, desde música más politizada a más clásica. Uno de mis espacios favoritos es la Sala São Paulo. La pandemia también nos está privando de curiosas y divertidas ferias callejeras. Hay antigüedades (en el MASP, por ejemplo), artesanías, comida y esas que lo mezclan todo.

Como cualquier gran ciudad, São Paulo requiere que tenga precauciones mínimas de seguridad, como no mostrar objetos de valor y cuidar los bolsos y objetos en sus bolsillos, como billeteras y teléfonos celulares.

Consulta siempre la previsión meteorológica, ya que las temperaturas suelen ser bastante tolerables tanto con el calor como con el frío, pero un cambio de tiempo o la lluvia siempre pueden sorprenderte.

Mariana Melo (Básico A2, profesora Silvia Cevasco)

Gauchos e instituciones

Gauchos

La tierra argentina, fértil y llena de fuerza no era roja, sino negra, un color vinculado con la copiosidad y la riqueza.

Habían salido de Rusia financiados por banqueros filántropos, un adjetivo amenizador del sustantivo, y algo más frecuente de lo que podamos pensar, huyendo de la persecución, el Progrom.

La planificación requería incipientes conexiones ferroviarias, para alcanzar los límites adyacentes de la Mesopotamia argentina, es donde echa raíces el gaúcho argentino, una especie de desmadrado con poca ley y mucha naturaleza procaz.

Allí donde de las vacas solo se comían lo bueno, donde el horizonte se perdía en su bostezo aburrido, allí surgieron las primeras colonias agrícolas en forma de cooperativas, los primeros hálitos capitalitas y ensoñaciones de comercialización inimaginables.

El éxodo se cobijó en grupos de compañeros, aquellos que comparten el pan.

Las instituciones

Las instituciones se convirtieron en una estrategia fabulosa de contención social, la religión, la educación y principalmente la salud.

Cuando alguien recaba en otro lugar lejos de su paraíso imaginario, es necesario acorralar los riesgos y fomentar la identidad.

La idea de liderazgo, la formación de los líderes recabados ya en las tempraneras colonias donde además de lo lúdico se pretendían empresas de futuro insuflaron siempre una llama de pertenencia necesaria y fotalecedora.

Las mutuas recababan cursos de capacitación pero también se ocupaban de los entierros, nada quedaba al albur del cielo raso.

El peso del ángel

Puedes creer, o no creer.

O creer y no creer,
según el día,
según nos trate Dios,
según nos vaya la vida.

La fe es así,
como somos nosotros.
A veces fuerte y para siempre.
Otras, débil y quebradiza.
Las más de las veces,
ni para tanto ni para tan poco.
Pero buena,
como el amor que se hace costumbre.
Aquel día, de Viernes Santo, creí tener fe.

La llamada no llegó del Señor,
si no de un amigo bienaventurado,
cofrade de la Vera Cruz,
necesitado de arrimar hombros.

De mis tiempos de niño de pueblo en Semana Santa guardo el recuerdo de una masa de hombres apiñados bajo un balcón.
Esperaban a que les lanzaran una túnica negra o morada para poder trabar en nuestra procesión.

Al grito del paso que tocaría llevar,
-¡Veinte para el Romano!
-¡Dieciséis para el Ángel!
los interesados levantaban el brazo, y el capataz de la Cofradía, como calibrando fuerzas y alturas, hacía un equipo de felices porteadores.
Y así, hasta repasar todos las imágenes esculpidas y llevadas en andas que rememorarían la vida y muerte de Jesús. En mi pueblo, Larraga, muchas y bonitas.

Cuenta la historia que hubo aquí más iglesias que en ningún otro lugar de Navarra. Así que aquella era una tradición en la que los hijos querían suceder a sus padres, pero debían esperar a pelechar y a que los titulares fueran abatidos por el cansancio y cedieran su lugar. Los del pueblo lo sentían como un orgullo y sobraban voluntarios para todos los pasos. Eso, que a mis ojos parecía desordenado, encajaba mejor que los textos bíblicos, a puro de repetirse sin falta año tras año desde hace ya no sé cuánto. En nuestra procesión, cada quién tenía su lugar. Aunque a mis ojos de entonces el lanzamiento de las túnicas pareciera más una lotería que un reparto preparado con esmero.

Hoy, ya no es así. No hay balcón, ni una masa apiñada. Pero hay procesión, hay Viernes Santo, hay fe. Como la mía, y otras. Quizás menos gentes con amor a esa costumbre.

Respondí que sí a esa llamada.
-Estate a las 8. Puntual. Te toca el Ángel, me dijo.
Asentí.
Sabía del Ángel, de la belleza de la figura de Jesús arrodillado mirando hacia él,
con sus preciosas y estilizadas alas, que obligaban a sacarlo del templo casi a rastras para poder cruzar el pórtico central.

Pero no me había tocado trabarlo. Era mi primera vez.
Los dieciséis estábamos listos junto al paso.
Y los grupos de cuatro y los relevos, dispuestos.
Túnica puesta. Capirote ajustado.

Y tocó salir…
Todos nos conocíamos, pero poco.
Todos sabíamos qué debíamos hacer, pero poco.
La tradición perdió algunos eslabones que aquel grupo improvisado de costaleros nos esforzamos en encontrar.
No cuadramos bien el paso, ni las fuerzas, ni las alturas, ni los andares, ni los murmullos.

Tocó sufrir.
Pero todos los que estábamos allí debajo sentimos el peso del Ángel.
Cada uno el suyo.
Y nos esforzamos,
hablamos con Dios, sudamos,
subimos las cuestas y, en un momento de inspiración, lo bailamos.
Como si recordásemos esa costumbre de los abuelos de nuestros abuelos,
ese balancearse al compás de la música sacra de la banda, que tanto nos emocionaba.

Era como cuando niños.
Sólo que ahora,
nos guste o no,
tengamos más o menos fe,
sentimos el peso del Ángel.

Contratiempo

La película española “Contratiempo” dirigida por Oriol Paulo te absorbe desde el primer momento. La trama tiene tantos giros inesperados que llegados a un punto no se sabe cuál es la verdad y te confunde tanto que las ansias por saber la verdad aumentan muchísimo. Para eso, el director utiliza los giros de guion que te enganchan muy fácilmente.

Creo que a Oriol le debe gustar bastante la famosa escritora de suspense y misterio, Agatha Christie, pues la trama está llena de giros increíbles. Y además la sorpresa está guardada para el gran final, así como hace Christie, dejando siempre la solución del misterio para la última página del libro.

Además, los actores están a la altura, especialmente Bárbara Lennie, que en mi opinión, está destinada a hacer películas y series de misterio con atmósferas inquietantes. Para una amante de libros de Agatha Christie como yo, me encantó esta película y ya se la he recomendado a mis amigos.

Beatriz Marques
Alumna de C1.2
Profesor Luisma Maestro

El desorden que dejas

El desorden que dejas es una serie original de Netflix del mismo cocreador de ‘Élite’. El adictivo thriller a la gallega ha entrado en el ‘top 10’ mundial de Netflix y ha sido número 1 en varios países en apenas unos días. Todo lo referente al misterio es intrigante ya que te engancha con rapidez y luego va desvelando poco a poco todas las sorpresas.

A eso hay que añadir lo mucho que aporta la ambientación gallega, siendo casi como una protagonista que no figura en el elenco oficial.

La serie se desarrolla en el pueblo gallego de Novariz (que no existe), uno de esos lugares pequeños en los que todos se conocen.

Allí va a parar Raquel, porque la familia de su novio Germán vive allí y resulta que le han asignado un puesto de profesora de literatura en el instituto local. Pronto descubrirá quién era la profesora a la que sustituye, Viruca, y cómo ha marcado la vida de todos.

Raquel iniciará su propia búsqueda para descubrir la verdad en un lugar en el que todos parecen guardar secretos.

La vas a engullir en un día. Como lo hice yo. Prometo.

Beatriz Marques
Alumna de C1.2
Profesor Luisma Maestro

Conociendo Budapest

En 2019, durante el otoño tuve la oportunidad de conocer una de las ciudades que más me he encantado: Budapest, en el este europeo.

Llegué de bus un lunes casi a la hora de cenar. Era una noche agradable para hacer un paseo por las partes principales de la ciudad con amigos.

Fuimos a un mirador donde fue posible ver toda la ciudad que está separada por el rio Danubio em Buda y Pest.

Después de eso entramos en una embarcación para ir por toda la extensión del rio Danubio. Una guía de la ciudad estaba con nosotros y explicaba todo lo que había alrededor, como el bello edificio del parlamento.

Ocurrió un momento de emoción cuando empezó a tocar el famoso vals Danubio Azul (Johann Strauss). Todo eso con mis amigos queridos y algunas copas de champagne. Empezaba a hacer frío cuando fuimos para nuestro hotel.

El día siguiente, amaneció a puro sol, fuimos a la plaza de los Héroes en el centro de Pest y después partimos para el otro lado del rio Danubio, la parte de la ciudad llamada Buda.

Visitamos castillos, la casa del gobierno, tiendas y la Iglesia de San Matías. Había muchos turistas por allá en este día.

Conocida la parte Buda, volvimos para Pest, visitamos un parque y la Basílica de San Esteban donde hay muchas imágenes del Papa Juan Pablo II. Lo mejor de Budapest es ponerse a caminar por la ciudad como si allí viviese. Hay muchas tiendas de flores y cafés. Una ciudad repleta de históricas construcciones. Además, las personas son muy agradables y educadas.

El punto alto de este día fue el descubrimiento del mercado central donde puedes encontrar la verdadera cultura local con muchos productos para comer, vestirse, comprar regalos para los amigos y mucho más.

Para cerrar la noche fuimos hasta un restaurante llamado Vadaspark con mucha variedad de comidas típicas. Aprovechamos para conocer más de las costumbres locales como la danza y la música.

También fue una manera feliz y divertida de despedirme de mis amigas latinas que viven en Estados Unidos y tendrían que volver a su país el día siguiente.

La moraleja del viaje fue que Budapest es de aquellos lugares que te dejan marcas y ganas de volver muchas otras veces.

Luciana Mara de Souza

El alumno escribe

C11, profesor Jorge Luis Rigueiro

São Paulo Grafitada (virtuexpofoto)

La niña de chocolate

qué más da lo que haya, me gusta estar y si todo es de chocolate, mejor

Te veo

yo te miro, tú me miras. Guapísimos

Historias de ayer

vale, pero no es una payasada

Verdes

verde con rojo, con amarillo.
Cabe todo, dentro de un cielo Gotham

Ojo sí, ojo no

como Mazinger Z, pero con carne

Un clásico al lado del clásico

pues venga, apliquémonos el cuento

Autor: Lucas Villanueva

Compañera de viaje: Canon EOS 750

Las fotografías fueron sacadas el día 10 de enero por la mañana, en un safari automovilístico paulistano despretencioso por el centro de la ciudad pero que nos fue animando, animando, animando tanto que al final consiguió que nos viniéramos arriba y tras lo cual va y se nos ocurrió que a lo mejor era una buena idea rescatar algunas imágenes aleatorias de la ciudad porque simplemente, nos parecieron bonitas.

El amor tras el precipicio

El otro lado, el del amor, es bueno.

O lo parece. Nunca estuve allí, la verdad.

Lo siento cerca.

Lo malo es que el otro lado está al otro lado del precipicio.

Da miedo.

Pero puedo verlo. Y escuchar.

El run run es agradable, placentero y prometedor.

Suena bien, a feliz.

Pero no puedo pasar. Por el precipicio.

Las gentes del otro lado corretean pizpiretas.

Despreocupadas.

Dan envidia.

Tienen amor.

Me cuentan que para cruzar hay que ir de la mano.

Eso ayuda a ser valiente.

Pero aún así hay que arriesgar.

Puedes caer.

Un día me gustaría ir.

Contigo. ¿Quieres?

El amor está tras el precipicio.

Schubert in love

Probablemente será la película más estúpida y divertida del último fin de semana.

Los alemanes tienen la virtud de decir lo que quieren y nosotros, a escucharlos o no.

Pero lo que sueltan, pasa y se ve que todo lo que hay ya fue en Alemania.

Schubert al final se convierte en alguien entrañable, la secuencia de roles femeninos en la escena del café muestra que en resumen, todo es lo que era, y que las ansias no pasan de estereotipos, una película surrealista o un esperpento germánico, que cada cual saque sus conclusiones, yo disfruté escuchando los mensajes pedorros de la película.

Ya tocaba salirse de tiesto por una vez en estos tiempos de mordaza.