Victoria

Agotadora, claustrofóbica, angustiante, realista, sugerente, conmovedora, innovadora, reveladora, trepidante, en sumo grado, como los días que componen la vida de la mayoría de los mortales, pero todo en 2 horas, es decir, un tren de emociones, una montaña rusa de sucesos inesperados, un despliegue de decisiones de vértigo y los volantazos caprichosos del destino provocados por su mágico viento.

Victoria

24 de diciembre de 2015 / 2h 14min / Suspense, Drama
Dirección: Sebastian Schipper
Guión Sebastian Schipper, Olivia Neergaard-Holm
Reparto: Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski

Pamplona

Las grandes ciudades están llenas de No Lugares, aquellos paréntesis donde las personas confluyen, pero no sienten, no ven, no oyen, el cuerpo es un extraño, una materia que de manera mecánica e inconsciente se repele.  Los autobuses, el metro, la calle y hasta ciertos parques forman parte de esta oferta disolutiva. 

La Ventana de Overton que apunta a España, la sombra de la caverna de Platón ofrecida por los medios de comunicación actual refleja que solo existen dos ciudades, Madrid y Barcelona, maravillosas las dos, pero llenas agujeros negros en este sentido. Para lograr una reconciliación consigo mismo, lugares como Pamplona recuerdan que una ciudad no es una película a la carta con guion premeditado, sino un acto, esencialmente, sensible. 

Bienvenidos a bordo

Esta película quizá sea la historia de una gran evasión, permanente, lo que queda claro es que el glamour sugerido por los aeropuertos es bastante falso como cabía suponer, esa burbuja antitética de la otra periferia, es notorio que la antítesis aparece notable casi siempre en la periferia, ofrece una muestra de lo más granado del mundo capitalista (sólo los torneos de tenis la igualan) sin que nadie cuestione, pero a diferencia de las calles lujosas de tierra firme, son bastante menos horteras esa es la verdad, quizá porque todo el mundo esté pensando que lo suyo ahí es un rato y por eso no se para mucho ni para pensarse.

Historias a la tigre

El día que nadé con un pingüino

Cuando yo era adolescente, junto con mi familia me gustaba viajar a Arraial do Cabo, una ciudad cerca de Niteroi, donde vivíamos hacía muchos años. ¡Las playas de Arraial do Cabo son conocidas por ser muy bellas, con aguas transparentes y muy heladas!
Un día, estaba nadando cuando tuve una sensación de que algo pasó muy acerca de mí… yo continué nadando.

Después de un rato, sentí nuevamente la misma sensación. Solo que de esta vez, vi algo, como un pez negro pasando. Muchas personas en el agua comenzaron a hablar con nosotras y a apuntar para ese pez negro que había cruzado entre las personas, hasta que alguien gritó: “¡Es un pingüino, es un pingüino!”.

¡En ese momento conseguí verlo cruzando entre las personas como un rayo! Después de un minuto, se fue. Dicen que aquella era una época en la que los pingüinos acostumbraban a aparecer. Una materia del G1 hablaba de eso: “Debido a sus aguas heladas, Praia Grande suele recibir pingüinos que, por alguna razón, necesitan interrumpir el proceso migratorio. La baja temperatura en la costa de la región es causada por el raro fenómeno de ‘upwelling’, que hace que las aguas profundas suban a la superficie, trayendo muchos nutrientes, lo que hace de la región una región que atrae a muchos animales marinos.”

Gabriela de Gusmão Campos

Día de lluvia

Una vez estaba en casa y no parecía que iba a llover.
Lavé mucha ropa y la colgué en el tendedero por todo el patio.
Entonces ocurre algo increíble… El cielo de repente se puso negro y la lluvia más fuerte del mundo comenzó a caer. Corrí al patio y comencé a tratar de recoger la ropa.

Pero después, va y no te lo vas a creer… Era tanta lluvia que el agua escurría por mis gafas y yo no veía nada. Intentaba recoger la ropa, y no lo lograba.

Cuando quiero darme cuenta ya es demasiado tarde, entonces… El patio era de tierra y pasto. La fuerza del viento y de la lluvia iba llenando la ropa de barro.

Pero la historia no para por ahí… En minutos yo estaba empapada hasta la ropa interior. Mi hija, desde la ventana de su habitación, se reía mucho y gritaba: ¿“Mamá, te puedo ayudar?” Finalmente, logré recoger la ropa y la puse toda a lavar de nuevo.

La conclusión… ¡Me fui a bañar!

Claudia Chiarini Bistão

GRUPO A1.1 PRESENCIAL JUEVES
Profesor :Luisma Maestro

Besos de azúcar

Verbalmente, una película frenética, qué difícil resulta el español de Méjico a pie de calle para un español que habla español de España. En su salsa, como Dios lo trae al mundo, a la proliferación de esa jerga de barrio rimbombante se une la atronadora capacidad del mejicano para condensar palabras en fracciones temporales mínimas. Es imposible, pero habría que contextualizarlo para no perderse una palabra, es decir, vivirlo, solo en ese caso el espectador, siempre atento a lo figurativo (bandas, barrios periféricos, desigualdad, contrabando, la propia estética racial) podría entender plenamente la película, y me refiero a entender como sentir, poniéndose en la piel de cada uno de sus protagonistas.

Historias a la tigre

UNA PLAYA CALUROSA

Una vez estaba en una playa con mis amigas y todo estaba bien: el agua, la arena y también… el calor.

Cuando ocurre algo increíble, un hombre vendiendo algunos polos flash. Hacía mucho calor y estábamos con sed, entonces sugerí que comprásemos esos polos tipo flash.
Tomamos al menos 20 flash, creyendo que podríamos pagarlos.
Pero después, va y no te lo vas a creer, en el momento de hacer el pago, el vendedor nos dice:
-Su cuenta es de 200,00 reales.
Nosotras nos quedamos con la boca abierta, sin saber qué decir. ¡Cuestan 200 reales!
Como ya los habíamos tomado, solo restaba pedir un descuento.
Pero la historia no para por ahí, una de mis amigas no tenía con la tarjeta de crédito para hacer el pago.
Finalmente, después de regatear pidiendo un descuento y creyendo que el vendedor iba a enfurecerse con nosotras, nos dice descaradamente que estaba haciendo una estafa para turistas desinformados. El valor era solo de 10 reales.
La conclusión: ¡Siempre preguntad el valor de las cosas antes de comprarlas!

Cássia Costa Barbosa

HISTORIA DEL FÚTBOL EN MI ESCUELA

Una vez estaba en la escuela en la época de la Copa de Fútbol en Brasil. Entonces ocurre algo increíble, el exjugador Pelé apareció en nuestra clase para asistir el juego con nosotros.
Pero después, va y no te lo vas a creer… el hombre no era Pelé, era un sosia. Cuando quiero darme cuenta, ya es demasiado tarde, entonces continuamos asistiendo el partido con el sosia de Pelé.
Pero la historia no para por ahí, cuando el juego terminó, el sosia de Pelé nos invitó para conocer el estadio de fútbol. Finalmente, fuimos a conocer el estadio.
La conclusión, no conocemos a Pelé de verdad, ¡pero conocemos el estadio de fútbol del Pelé verdadero!

Stephanie Fratin Taveira


LA CAPERUCITA ROJA

Una vez estaba en mi calle, entonces yo vi una cabra en un coche. ¡Hasta aquí todo estaba bien!
Entonces ocurre algo increíble, la cabra empezó a cantar la música de Caperucita Roja. A partir de entonces empezó a tocar el banjo, pero después no te lo vas a creer, empezó a cambiar sus cuernos en formas diferente: de abridores, llaveros, antena de televisión…
Cuando quiero darme cuenta, ya es demasiado tarde, entonces vi a la propia Caperucita Roja preguntando dónde vivía su abuelita, pero la historia no para por ahí, tiene mucha TNT, locuras y mucho más…Finalmente, se marcharon.
La conclusión: no uses drogas.
Ariel Alves Amaral


EL AUTOBÚS TIENDA
Una vez estaba en el autobús
Entonces ocurre algo increíble… un hombre subió al autobús, lleno de gente, y comenzó a cantar.
Pero después, va y no te lo vas a creer… el hombre tenía una maleta grande que arrastraba por todo el autobús
Cuando quiero darme cuenta, ya es demasiado tarde, entonces… el hombre abre la maleta y empieza a sacar artículos para la cocina
Pero la historia no para por ahí … el hombre sacó una zanahoria de la maleta
Finalmente … comenzó a pelar la zanahoria
La conclusión … ¡El hombre vendía productos de cocina en un autobús municipal!

Producido por alumnos de NIVEL A1.2
Profesor: Luis María Maestro García

El perfecto maridaje

Dos combinaciónes que me parecen ser muy ricas son vino con pizza y vino con carne. Pero me gustaría hablar hoy de la pizza y una sugerencia basada en la historia de su creación.

Algunas personas creen que la pizza ha sido creada en Egipto. Durante la fiesta de cumpleaños de los faraones, preparaban panes cubiertos con algunas hierbas. También creen que fueron los primeros a mezclar harina con agua (pan sirio).

En realidad, la pizza ha sido creada en Italia. En 1600 aparecieron las primeras pizzas, eran masas con salsa de tomate en diferentes formas. Pero en 1889 Raffaele Espósito, un panadero que vivía en Nápoles creó la primera pizza, la que hoy llamamos de pizza. Lo habían llamado para preparar una comida para el Rey y la Reina, Humberto I y Margarida. En su honor preparó una pizza y la llamó Margherita. Usó los colores de Italia, la muzzarella (el blanco), la salsa de tomate (el rojo) y la albahaca (el verde) y fue un éxito.

Como la pizza ha sido creada en Itália, les recomendaría experimentarla con los vinos que bebían antiguamente en Italia. Elegiría el Chianti que es muy recomendado.

El Chianti es un vino producido en Italia en la región de Toscana con las uvas Sangiovese en su mayoría. El Chianti es una bellísima opción para una pizza Margherita. 

Jairo Navarro, alumno de Silvia Cevasco

Una obra maestra

Vivo en una plaza de estudio, moderna, diseñada a escuadra y cartabón y curvas de compás. Salida de una mente ordenada y brillante para que todo encaje a la perfección. Una plaza donde nada queda al azar porque todo se creó para ser bello. Tiene foto de postal.

Una plaza sin mucha historia ni grandes efemérides, con años ya, pero nueva aún. De edificios pequeños pero esbeltos, de tonos claros y paredes de piedras rosáceas limpias y lisas, con columnas de luz tenue desperdigadas con criterio y soportales generosos donde resguardarnos de lo inclemente.

Una plaza con una fuente encubierta bajo un suelo enrejado, donde el agua surge al ras de la nada, a chorros intercalados de solfeo, y su rastro no son charcos, sino susurros a borbotones.

Una plaza abierta, a la vista de un parque contiguo de naturaleza exótica importada y caminitos de cuento para niños y ancianos. Senderos que conducen a una cascada y a un lago inventados, un oasis de ensueño donde los patos parecen asombrados por su precioso estilo japonés y los panes que flotan.

Vivo en una plaza donde confluyen historias y calles. Nos traen gentes de otros barrios, gentes sedientas y cansadas, agradecidas de encontrarse con una aglomeración de sillas y mesas. Abrevaderos urbanos, que no afean por lo bien dispuestas y dan vida y conversación. Un rumor que asciende conforme el día decae y el vino se alza, que a los vecinos nos acompaña colándose por las ventanas entreabiertas.

Una plaza donde abundan personas que construyen con verdades y mentiras sus personajes que, en su mayoría, estoy seguro, imaginó desde el principio el arquitecto. Quizás ni tan perfectos ni tan bellos como el entorno que él podía controlar. Papeles secundarios vitales que le prestan a su creación las emociones que necesita para perdurar y hacerse patente en el mapa mental del pueblo y de su ciudad.

Una plaza donde cada día acude un hombre empeñado en ponerlo todo del revés. Un hombre no imaginado por nadie, que camina sentado y hacia atrás, en un afán alentador por llevar la contraria a las trampas de la salud.

De su avanzada edad sé por sus arrugas, de su debilidad por la vieja silla de ruedas y de su fortaleza por la constancia de sus pasos, aunque poco más que cortos empujoncitos para seguir adelante rodando hacia atrás. Recorre la plaza de lado a lado, cada día con el mismo ritual. Cinco vueltas de tiralíneas, interminables para el resto, que se hacen muy cortas para él, regodeándose en el disfrute de su propia lentitud.

Un hombre que parece conocer cada baldosa, cada banco, cada farola, porque nada le estorba ni necesita mirar hacia dónde va. No hay tropiezo posible. No pide nada, nada da, ni el saludo, aunque aprieta el paso si alguien le dedica una sonrisa, sin necesidad de hablar.

Vivo en una plaza donde el decorado predispone a la felicidad, en la que mi personaje principal, lastimado por lo años, regresa cada día a ella orgulloso, como si fuera una obra maestra dibujada en su mesa de juventud que quisiera recordar.

Una persona más que cualquiera

El otro día Claudemir me dijo que se iba a hacer una biblioteca en casa, le había pedido a su hija que le diera unos consejos de iluminación, etc, pero que dentro del conjunto de la reforma era innegociable.

-¿Lees mucho Claudemir?

-Leo todos los días.

-¿Todos los días?

-Todos. Leo, sí. Bastante menos de lo que me gustaría. Pero leo.

Claudemir puede ser una persona cualquiera pero no lo es, Claudemir es más que una persona cualquiera, es un maestro de obras que trabaja con gente en los canteros hasta las 11 de la noche, y que llega a casa, 30 kilómetros después, y en metro, un poco antes de que cierre y se apague la luz.

Extraordinario

Auggie Pullman (Jacob Tremblay) es un niño que nació con una deformación facial, que le hizo someterse a 27 cirugías plásticas. A la edad de 10 años, asistirá por primera vez a una escuela regular, como cualquier otro niño. Allí, necesitas lidiar con la sensación constante de ser siempre observado y evaluado por todos los que te rodean.

Crítica

Esta película es una obra muy bonita, ya que es tanto una obra literaria como también una película. A mí me gusta mucho esta película, porque cuenta la historia de un chico que nació con una deformidad facial y para mí fue algo muy importante en un momento de mi vida que era muy insegura con mi cuerpo y rostro. Esta película me enseñó a amarme.

Cássia C. Alumna de A1 del profesor Luisma Maestro