Segundo Villanueva / São Paulo, 25 de Junho de 2020
São Paulo, 25 de junho de 2020
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Andréia Rodrigues
(A1 de Luisma Maestro)
En el último diciembre viajé con dos amigas a la playa y así que llegamos decidimos ir a comer, pues teníamos mucha hambre después de un largo viaje.
Cuando llegamos al restaurante mí amiga Jéssica preguntó qué íbamos a comer, yo quería gambas y mi amiga Denise pescado, pero Jéssica quería comer pollo a la “parmeggiana”, lo cual no era problema, ya que cada una pediría un plato, pero Jéssica insistió para pedir un plato para las tres ...
¡ Y … lo consiguió!
Entonces, estábamos sentadas a la mesa. La comida llegó y el camarero nos sirvió. Mientras la refección Denise y yo estábamos conversando mientras Jéssica masticando sin parar, cuando miramos para la mesa Jéssica había comido toda la comida.
Con más un poquito de tiempo comería los cubiertos -ja,ja,ja,ja-. Al final, ella tuvo coraje de decir que no le gustó nada, que la comida era muy cara para ser tan sosa, el atendimiento una mierda.
Mientras ella se quejaba sacó su tarjetita “vale alimentação” para pagar su parte, pero el restaurante no aceptaba. Entonces Denise y Yo pagamos todo.
La conclusión es: Al final de todo, comimos – POCO – y lo que no queríamos. Aún teníamos hambre, pagamos por todo, teníamos que escuchar las quejas de Jéssica.
¡Lo que teníamos era un deseo verdadero de matar a Jéssica!