Son diversos los afluentes que componen nuestra demanda de español, pero lo que antes era un clasicismo social envuelto en pretexto para un encuentro, o incluso una obligación pública o profesional para aprender el idioma, hoy se ha convertido en un acto mucho más sencillo propiciado por la ventaja de apretar un botón y tenerlo casi todo al alcance de la mano sin salir de casa.

En este caso, lo único que se necesita es planificación, capacidad para distinguir que en la pantalla surgen orientaciones profesionales y en esa misma, momentos de aprendizaje, también de ocio.

Dividimos un monitor con películas, jefes y virtuales, esta distinción mental supone un gran desafío para los nuevos reales que consiguieron adaptarse en estos tiempos tan confusos e ignotos que estamos viviendo.

Nosotros seguiremos investigando para restablecer nuestra convivencia real a través de los artilugios digitales, el ser humano es, principalmente, social.