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Semana Santa, o la pasión por el fútbol

Revista Vamos Contigo 225 - Expresión escrita y comprensión lectora Segundo Villanueva / São Paulo, 10 de Abril de 2020

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Segundo Villanueva  / São Paulo, 10 de abril de 2020
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En Semana Santa los Hombres se creían el dolor.
 
Durante los días normales lo asumían como cualquier otro elemento de la vida.
 
Pero cuando llegaba la Semana Santa, la tragedia histórica adquiría relevancia suma y los Hombres se encajaban sus capuchas negras incorporando una conciencia doble: la de la tragedia en sí, y la de la culpa.
 
El Hombre de los Pasos era consciente de que había matado a Dios, y lo exhibía públicamente y en silencio, para que todo el mundo se diera cuenta de que no tenía vergüenza en reconocerlo.
 
El delito de la Semana Santa era el símbolo de las flaquezas que al Hombre se le escapaban cada día. Primero, de una manera velada. Después, cuando el signo de los vientos y la corriente de los días hacía inútil disimular, a las claras.
 
En aquella época, era común pensar que el Hombre se equivocaba, y a partir de un determinado momento, ya le daba igual que los demás se dieran cuenta de que era un proyecto lleno de pequeñas vergüenzas, también de cosas buenas, pero con debilidades.
 
Unos defectos que lograban su publicación extra en este periodo y que le devolvía su condición de Hombre, repleto de contradicciones, de sustos a la vuelta de la esquina, y de sorpresas.
 
Con la sotana negra y su capucha, el Hombre miraba a los lados donde se amontonaban las personas con cirios encendidos y medio llorando con la música medieval y pesada de la banda.
 
Una música lenta, como de higo, puro aturdimiento y congoja.
 
Y los chicos jugábamos a acertar quien se encontraba dentro de las fundas.

- Es Ángel
- No, Miguel
- Mira, Salvio, ahí…


Salvio, Miguel, Ángel, o quien fuera, y de quienes sólo podíamos detectar algo de Hombre en sus ojos y en la raja de la capucha que daba a la boca, se inclinaban invariablemente para asustarnos. Podíamos adivinar una leve sonrisa dentro del disfraz, lo cual era un signo evidente de que los penitentes, además de su conciencia de culpa delante de Dios, al mismo tiempo representaban el papel de fantasmas delante de los Hombres.

- Uhhhhhhhhhh

Una vez, mi tía de barcelona me regaló un traje de fútbol del barcelona con el número 10 de cruyff.
 
La noche de Viernes Santo me enfundé mi disfraz de cruyff y me incorporé al río de la procesión como uno más.
 
Ese río iba quieto y callado, con toda la culpa del mundo. La banda tocaba sin parar de llorar, y los pasos se balanceaban como cáñamos bandeados por el viento profundo de la noche.
 
Las botas de fútbol, atiborradas de tacos hacían un estrépito en el cemento de las calles que rompía la monotonía de la procesión. 
 
Cada vez que daba un paso, la calle se retorcía bajo mis pies y sonaba un traqueteo como de tren, o como de caballo trotón. Al principio nadie pareció darle importancia. Ni tampoco después, pero el triqui traca de las botas de fútbol del barcelona se fue convirtiendo poco a poco en un diapasón que marcara el ritmo del saxo, la trompeta angustiada y el bombo pelma.
 
Fabricando goles increíbles en mi cabeza, sumido en una marea humana de pasión, le cogí gusto al directorio de la pequeña banda de música que nos inflamaba de pena a la cola de la procesión, y conforme metía goles imaginarios en mi mente, con el triquitraqueteo de las botas puntiagudas y su crepitar de huevos fritos, me incorporé con gusto a la maestranza de la ceremonia sin parar de darle a la bota.
 
Al día siguiente, mi casa se llenó de viejas alborotadas con cabeza de pella para hablar con mi madre. Le contaron todo, que a mí me parecía nada, pero que para mi madre fue mucho. 
 
Me recriminó, y a mí me entró culpa, miré la ropa de cruyff con el número 10 del barcelona y supe que sería la última vez.
 
La Semana Santa llena de culpa me dio la luz. En esa semana especial de macro conciencias, uno se retiene para adentro y muestra su aspecto más tenebroso para los demás. Es inevitable.
 
La reflexión le da la espalda a narciso, y lo que se cuece por dentro es un ámbito inolvidable y medio divino, una tropelía de pensamientos asociados con sentimientos y vivencias, la digestión de nuestra conciencia, de nuestra rutina mental, de nuestra fe, de nuestros gustos, de nuestros placeres, de nuestros refugios. 
 
Así que después de aquello decidí hacerme del madrid.
 
© España Aquí http://www.espanaaqui.com.br/pdf/Revista%20Vamos%20Contigo/ICONOS%20tots%202%20(5).jpg
 

http://www.espanaaqui.com.br/pdf/abril%202020/semana%20santa.jpg


A continuación te propongo un ejercicio de Expresión Escrita para que practiques esta destreza.  Después de leer el texto, escúchatelo o bájatelo si lo prefieres.  Puedes hacer el download de la actividad también.
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