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MIÉRCOLES

Revista Vamos Contigo 210 - Expresión escrita y comprensión lectora España Aquí, Cursos de Español / São Paulo, 13 de Abril de 2017

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 Bernardo Gurbanov | São Paulo, 13 de ABRIL 2017 

Apoiado por Livraria Letraviva 


 
Era miércoles. Estoy seguro que era miércoles.
No preciso ver el calendario en la compu ni revisar el mes de junio de 1977.
Salíamos todos los días a dar una vuelta por el barrio. Una especie de expedición cotidiana tratando de descifrar una San Pablo para nosotros desconocida y hostil.
Dejar la penumbra de aquel hotelucho de mala muerte en Santa Cecília era un triunfo. 
Ver la luz del sol otoñal, transeúntes vistiendo colores estridentes, pantalones rojos, camisas verdes…….un horror estético para nuestra aburrida tonalidad de grises, azules y marrones.
 
Mucha gente
Gente por todos lados. Multitudes a las que no estabamos acostumbrados.
Ojo que Buenos Aires ya era una urbe respetable, febril e insomne, pero San Pablo superaba todo lo conocido. 
Miles y miles de Escarabajos, Brasílias y Opalas por las calles colapsadas. De vez en cuando un Alfa Romeo azul se destacaba en el paisaje reiterado del parque automotor local.
Mirá cuanta gente, decía mi abuela cuando vino la primera vez y pasamos por el Valle de Anhangabaú.
 
Vitaminas y gomerías

Tan diferente. Era todo tan diferente que nos obligaba a preguntar y preguntarnos todo el tiempo qué significarían, por ejemplo, los carteles en los bares que decían VITAMINAS.
Vitamina se vende en farmacias no se vende en bares. ¿Que será eso de vitaminas en locales llenos de frutas colgando de un caño extendido de punta a punta del mostrador?
Peor que lo de las vitaminas eran las gomerías. ¿Cómo es que a estos tipos se les ocurre poner un cartel que dice Borracharia en una gomería? 
Si lo pusieran en un bar estaría buenísimo. Al final de cuentas ¿dónde se emborracha la gente?
En fin, la cuestión es que era miércoles. De eso no hay duda.
 
El restaurante
Siempre buscábamos algún lugar barato para comer. Cocinar, dentro del hotel , ni pensar.
No demoramos en darnos cuenta que cada día de la semana cambiaba el menú.
Nada de bife de chorizo o milanesas con ensalada mixta de lechuga y tomate. Mucho menos, pan. Pedíamos pan y nos miraban con cara rara.
Uno pregunta con absoluta naturalidad hasta que descubre que en las lanchonetes no te sirven ni pan, ni un vaso de agua con el café.
Había un restaurante en Avenida Ipiranga y São João, unos metros antes de la esquina sobre Ipiranga que se llamaba Um, dois, feijão com arroz.
Lo descubrimos no sé como. Seguramente en una de nuestras caminatas.
Para nosotros era un lujo. Un restaurante de verdad, con puerta, mozos vistiendo sacos blancos y manteles impecables en las mesas.
Sorprendente y abundante la comida. No así las neuronas del mozo que nos atendía.
A los postres, después de leer atentamente el menú le pido algo típicamente porteño. Flan con dulce de leche.
Não tem, me dijo con cara pétrea.
Ya me animaba a balbucear algunas palabras en portugués y le pregunté:
- Tem pudim?
- Tem
- Tem doce de leite?
- Tem
- Quero pudim com doce de leite
- Não tem
Antológico. No lo podíamos creer. No había caso de convencerlo hasta que encontré la solución.
- Então traz um pudim e um doce de leite. Para ela uma salada de frutas.
- Sim doutor. É pra já.
Era miércoles, estoy seguro.
Era miércoles porque el plato del día era una feijoada completa.    
 
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