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La Primera Mujer de la Benedito Calixto

Revista Vamos Contigo 209 - Expresión escrita y comprensión lectora España Aquí, Cursos de Español / São Paulo, 26 de Novembro de 2016

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SEGUNDO VILLANUEVA, São Paulo | @cursoespanholsp | São Paulo,  26 de NOVEMBRO


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Entré con mi mujer en una tienda de ropa hippie, había muchas chicas con prendas en sus manos, se echaban un poco para atrás, gesticulaban y volvían a colgarlas en el perchero.  Otras conversaban con la tendera.  Eran ropas de muchos colores, y sedosas, propias para el verano, creí y pensé al mismo tiempo cómo una mujer puede elegir una específica de tantas que tan similares me parecían a mí.  Lo primero que hice fue visualizar un banco salvador para poder sentarme pues no quería entrar a aburrirme viendo ropas de mujeres que nunca me iba a poner, entonces pude comprobar que había uno a la entrada pero que parecía un estante para colocar más ropas o algo parecido, por lo que pregunté a la que suponía la dueña si podría sentarme mientras esperaba a mi mujer a que concluyera su draft entre todos los vestuarios de la tienda.  Ella me miró con los ojos muy fijos y parece que también algo nerviosa, hasta hoy no sé por qué, titubeó un poco al principio y me dijo finalmente, mirando de reojo a una chica que como las otras de la tienda sostenía una percha con una blusa, blusas era lo que más había en la tienda, que ese banco era para los que se iban a probar zapatos, entonces que no me podía sentar, fue gentil, o correcta, o educada, o maleducada, no sé, al decirme que podía sentarme en uno que había en la parte de fuera, ya en la calzada, vi varias personas efectivamente sentadas en ese banco, muy parecido al de dentro, no sé si también habían hablado con la dueña de la tienda de blusas hippies, pero estaba lleno y en el de la tienda no había nadie, nunca sabré efectivamente si tuvieron la misma experiencia que yo.  Tardé un poco en reaccionar pero sentí que la dueña de la tienda me lanzó un gancho de izquierda o de derecha, me di cuenta un poco más tarde, cuando ya estaba descendiendo por la calle que bordea la Benedito Calixto, pero mi mujer, como cualquier otra mujer de marido, supongo, al saber lo ocurrido se enfureció, sacó la rabia que solo las madres y las mujeres de marido guardan contra las otras mujeres independientemente de si son madres o casadas y sentenció que jamás iría a pisar esa tienda de blusas hippies en su vida. 
 
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