Dar un Me gusta o quitarlo puede ser un motivo de enemistad (virtual) entre conocidos (nunca tuvieron un café en el medio).  Los problemas sociales se discuten en Facebook, pero existe pudor en hacerlo cara a cara.  Una frase Gustada puede ser una señal de retorno de enamorados después de una pelea.  Las definiciones políticas se demuestran en las redes de manera a veces más reflexiva y explícita que en el día a día con las personas con las que convivimos.  Cuando nos juntamos no paramos de mandar mensajes o actualizar nuestras redes como si fueran escaparates que necesitan ser reformulados día a día para que nuestra imagen luzca, eso sí, siempre positiva y alegre.  Aunque esto no se demuestre en el trabajo, en los cafés, con los otros. 

 

Estamos instalados en la era de la publicidad individual, donde lo privado requiere escenarios diferentes.  Qué es lo privado si lo público profesional y ahora lo personal está al alcance de cualquiera que quiera meterse en Google, Facebook, Instagram, (el corrector me las está poniendo en mayúsculas), Twitter, Periscope o Snapchat.  Que no sepan nada de ti es cada día más difícil, preservar nuestra individualidad es harto imposible a no ser que desarrollemos pautas anómalas que se salgan de la curva, imposibles de rastrear por los robots que mapean nuestras vidas.  

 

A mí esto no me parece ni bien ni mal, es así y la cosa sigue su cauce independientemente de las opiniones de catedráticos, sociólogos y políticos, que cada vez pintan menos en el  contexto del control o análisis social de la población, que va mucho más rápido que las frías estadísticas donde normalmente vierten sus estudios. La sociedad se mueve a una velocidad superior, y existe tanta reflexión on-line que los claustros universitarios de sociología pueden pensar en reiventarse rápidamente. 

 

Me gustaría sin embargo, que además de situarnos en un Matrix social del bien, los robots inventaran una manera de controlar los asociales que agreden la sociedad implantada, aquellos que la perturban, los violadores, asesinos, ladrones, psicópatas en general.  Ya existen empresas que constatan la veracidad de los emails, es decir, nos están observando en lo más íntimo, por qué no poner al servicio de las autoridades, nuestra privacidad pública para prevenir atentados, robos, asesinatos, violaciones, masacres, evasión de impuestos… 

 

Lo público y sus dos facetas, la buena y la mala restringirán un poco más nuestra privacidad, Orwell 1984, pero hará de una sociedad compleja como la actual un medio más seguro y previsible. 

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